Bueno. He aquí la segunda parte de mi nuevo estudio sociológico de la vida en pareja. Esta vez... ELLAS LO PARTEN
1. Ballet masculino: homoerotismo balcánico.
Todo el mundo sabe que cuando te enamoraste de él pensabas que podrías cambiarlo y culturizarlo; que podrías llevarlo al teatro y al ballet, y luego podríais discutir acerca de la elegancia de los movimientos y la gracilidad de las formas mientras tomabais un buen Chateaubriand del 52 a la luz de las velas. Para ti, querida amiga, tengo una primicia: él estaba pensando en follarte las tetas. Partiendo de esta base, comprenderás que no podrás llevarlo a esa clase de sitios en que los rusos bailan con mallas rebozadas de purpurina y se agarran los unos a los otros, mientras se recolocan los calcetines del paquete. Si le obligas, lo considerará un asalto contra su virilidad, y amenazará con privarte de sex... con no hacerte tu comida fav... con que vayas tú con su amigo buenorr... bueno, que se enfadará. Ballet femenino todavía; siempre hay alguna que tiene un poco más de tetas que las demás: sigue la vista de tu chico y la descubrirás.
2. 15 cm: variables absolutas y relativas.
Las variables son relativas, como ya sabrás, mi querida amiga. Si él dice que ESO son 15 entímetros, o incluso más, tú no eres quién para negarlo. Como contra esto no puedes hacer mucho, te recomiendo dos líneas divergentes de acción:
i) Jes-Extender. A mí el anuncio me convenció. ¿A ti no?
ii) Responder igualmente en términos relativos. Ofrecerle sexo cuatro días a la semana puede convencerle rápidamente de tomar la línea de acción (i) si la frecuencia se relativiza lo suficiente. No te preocupes por la posibilidad de que se vaya con otras; ellas no suelen ser tan comprensivas como tú a la hora de establecer mediciones. Recuerda: ellas pueden elegir; tú ya no.
3. Fútbol: sacralizar los domingos.
El hombre en general necesita de una consciencia mayor que él para no sentirse tan solo e ínfimo en esta vida. ¡La LFP! Tus abuelos y/o padres asisten a misa los domingos; él ve el partido del Plus. Y como toda religión, sólo puedes conseguir que rompa sus votos ofreciéndole una cosa: SEXO. Los más fieles te pedirán que se la chupes en el descanso, y rapidito que empieza la segunda parte. A tragar... ¡¡¡No!!! Olvida esto último. A... fastidiarse... tocan.
El mando en el cajón de la ropa limpia es una opción a tener en cuenta, pero... esta religión la emiten también por radio.
4. 20 min: la cuántica y la compresión del espacio-tiempo.
Exactamente lo mismo que el punto 2. Si a él le han parecido 20 minutos, ¿quién eres tú para quitarle la ilusión? Sé, amiga mía, que te molesta no haber tenido tiempo de completar mentalmente la lista de la compra de mañana durante el acto, y probablemente tendrás que esperar sus "5 minutos" (hora y ¡¡¡ejemmedia!!!) para que se recupere y podáis volver al tajo: él a hacer el ridículo y tú a pensar en tus cosas. Fíjate en que nunca hay un reloj a mano cuando echas un polvo.
5. Colores: i) magenta, ii) cyan, iii) amarillo y iv) otros.
El caoba NO es un color. ¡Eres castaña, y punto! Él no va a notar la diferencia, así que ahórrate los 60 euros del tinte. Y, sobre todo, NO le pidas el vestido gris marengo con trazas plomizas. NUNCA. Dile "el del escote que te pone tanto y que se quita fácilmente tirando de un hilo de la parte de atrás". El pistacho NO es un verde fosforito. ¡¡¡Los pistachos con frutos secos, por Dios!!! ¡El topacio ES un puticlub, lo otro es AZUL! ¿Y qué es eso de que hay negros que no conjuntan entre sí? Y, por supuesto, el negro SÍ conjunta con el azul marino. ¡Lo que pasa es que tú eres una exigente! Si los colores chillones hacen daño a la vista sólo a las mujeres, planteáos si no es un problema evolutivo vuestro.
6. Sillón: hábitat natural, ecosistema propio.
El mundo del sillón es como el mundo del Neverwinter Nights: en la superficie, él se esmerará en no dejar manchas superficiales (no sé, pero si acercas el morro parece que huele a patatas fritas York'eso...), pero si retiras los asientos... Ay, si lo haces. Puedes hacerte rica con duros de Franco, o puedes encontrarte con The Relic hibernando en el hueco entre las tablas. Ante todo, una máxima: un sillón para cada uno.
(Empiezo a hartarme de escribir)
7. El cajón de la ropa limpia: la antesala a Otra Dimensión.
- Cariño, ¿dónde está mi camisa entre-azul-y-amarillo?
- ¿La verde? En el cajón de la ropa limpia.
- Ah (cara de entender). ¿Y eso dónde está?
- En su sitio / Donde ha estado siempre / Donde debe estar.
- Ah (cara de ligera incomprensión). ¿Pero la ropa limpia no va en los armarios ya?
- No (levanta la cabeza de la novela de Wendy Lindstrom). Ahí va la ropa planchada.
- Ah (cara de total ignorancia). ¿Y eso es antes o después del cajón de la ropa limpia?
- Cuando tú planchas, antes. ¿Por qué no te pones la camisa gris?
- ¿Cómo?
- La entre-blanca-y-negra-con-un-poco-más-de-negro.
- ¿Me va con estos pantalones?
- Perfectamente.
- Ah.
8. Amigotes: ¿panda o jauría?
Sus amigos. Esos chicos tan agradables que, cuando no vivíais juntos, eran una genial compañía, divertidos, cachondos... Qué risas, ¿eh? Pues no. YA no. Ahora, cada vez que pasan por casa, suena la alarma de inmersión, y tocas zafarrancho. Y, mientras juegan histriónicamente a la Wii peligrosamente cerca de tus jarrones copper, o degluten Ruffles York'eso a mandíbula abierta y retumbados en el sillón, te preguntas cómo podrías... asesinarles sin dejar huellas. Esto se merece una venganza, piensas, y sé quién va a pagar por todo esto.
Tu chico, ajeno a lo que se le viene encima, sigue derramando ufano patatas sobre el sofá.
9. Pato WC y otros productos inútiles.
Sabrás ya que sus conceptos de limpieza del hogar se reducen a barrer, fregar y pasar el polvo. ¡Ojo! Conocimientos, no práctica. Por tanto, conoce la lejía Estrella, ese extraño dueto de herramientas escoba-recogedor (¿habilidades de dos manos? ¡Nadie mencionó eso en el contrato!) y el mágico plumero, cuyo uso reduce él a pasarlo rápidamente sobre los libros de la estantería (Cariño, ¿has limpido el polvo? ¡Síiiiiiiiiiiii!). Pero... ¿qué es eso de echar líquido azul al váter? ¡¡¡Pero si cuando cago me salpica en el ojete!!! ¿Eso es normal? ¿Por qué echar de eso? ¿No sería mejor que tú, cariño, lo limpiases a mano con estropajo? ¿Y qué hay de los limpiadores especiales para superficies? ¿Por qué no puedo limpiar madera con el Cristasol? ¿Lo ves, por qué no te ayudo nunca a limpiar? ¡Es demasiado complicado!
10. Higiene personal: asignaturas optativas.
Una vez hayas logrado que levante la tapa del WC, tu siguiente -y ardua- tarea es la de hacerle comprender que, aunque ya tenga novia, LAVARSE es importante. El penetrante olor a podredumbre que emana de sus axilas, que él ve como muestra inequívoca de virilidad, te resulta sin duda incómodo, según las últimas y novísimas investigaciones del Foro Masculino Español (y en contra de los resultados de anteriores estudios). Una útil manera de lograr que se lave es ofrecerle sexo en la bañera.
11. "Mi madre es tu madre..."
"...Y, como tal, vendrá a casa a joder cuando quiera. Como soy emocionalmente inestable y dependo de ella para disponer de ropa limpia y planchada, vas a ser muy feliz con tu suegra pululando por la casa y murmurando acerca de lo bien que me habría ido si me hubiese casado con Margarita, esa chica que, con encefalograma absolutamente plano y tetas como sandías del Mercadona, se quedaba toda la mañana en casa limpiando y viendo las reposiciones de GH y Pasión de Gavilanes en esos canales de TDT. ¿Verdad que me quieres, cariño?"
12. Cenas románticas: Van Damme nunca lo haría.
Puedes irte olvidando. Si no sabemos qué hacer en una fecha romántica, nos plantearemos qué haría un verdadero hombre de inusitado éxito con las mujeres en nuestra situación; probablemente entrar desnudo en la habitación y esperar a que se la chupes. A Van Damme le funcionaba siempre.
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