Quién diría que una sosez (tan chula, todo sea dicho) como el Rincón de la Lucha iba a generar tantos nuevos posts como formas de ganar la confianza y simpatía de los votant... ejem, lectores. Por mi parte he decidido que hay que hacer precampaña, no me la puedo jugar al período del combate contra el gran Monqui Bé, de quien espero ansioso su primer mazazo (¡votad Zurdo!); el caso es que ando parco de ideas, así que voy a hacer aquello para lo que me contrataron: destripar una película.
Antes de nada. Parece haberse puesto bastante de moda (¿y qué no, en estos tiempos que corren?) una nueva tendencia llamada Terror Psicológico, oficialmente fundada en acceder a los miedos más íntimos del espectador para lograr un mayor grado de empatía con el protagonista y aprensión hacia el entorno; extraoficialmente, es meter los sustos de siempre, como enanos con hachas o reflejos en espejos, pero sin que venga a cuento, de manera que te estés preguntando el resto del visionado si el enano que apareció tras un espejo y desapareció en la nada justo antes de darle la paliza de su vida a John Cusack (con el consecuente ahorro de rollo de película, y sí, tiene doble sentido) realmente forma parte del guión o es una fumada del director, que dijo que de perdidos al río y por lo menos meto a Kenny Baker y me echo unas risas.
Y, para los que siguen traduciendo los párrafos anteriores, sí, hablo de la 1408. Adalid del Terror Psicológico, arriba definido. Dicho esto, si no habéis visto la peli, esto no os hará ni puta gracia, así que, si es vuestro caso, podéis parar de leer y dedicaros a agasajarme porque sí, que siempre es de agradecer. Bueno, al lío.
Años 20. Pleno desarrollo urbanístico de la ciudad de Nueva York. Durante la construcción de la nueva sucursal del Parador de Tordesillas se suceden los incidentes. Muertes, mutilaciones, embarazos no deseados, hasta un concierto de Camela en el Madison Square Garden. Los obreros convocan huelga y se niegan a seguir trabajando hasta que no les den el plus por peligrosidad, que se rumorea que el edificio está embrujado y trae gafe (y por culpa del auge del puto poliespán, no pueden tocar madera). El promotor toma inmediatamente cartas en el asunto: empieza a construir directamente la planta catorce, sin pasar por la trece y sin cobrar las 20000 pesetas; además se construye un hotel, que cuando caes te cobran más del doble y además éste queda en las casillas azul oscuro, que es un pastón de los de órdago, al lado del Paseo de la Castellana. Una vez inagurado el hotel, las muertes continúan (al ver las facturas, seguramente), pero la gente, que es un poco subnor, sigue yendo al hotel y palmándola, que los de la funeraria ponen hasta publi del hotel en sus escaparates.
Las muertes y los precios caen en el olvido y dejamos el flashback para volver a los años de los de ahora. Hay un travelling de cámara y se ve a John Cusack, que es un escritor de culto, con títulos tan recomendables como "Diez chabolas encantadas", "Diez pirámides egipcias embrujadas", "Diez baños portátiles sin limpiar: cómo sobrevivir 4 días en el ViñaRock sin cagar" o "Seis convocatorias de Cálculo I más la de gracia", y que se dedica a pasar fines de semana en hoteles "con encanto" a cuenta de la editorial. A todo esto, recibe una carta de un tal Mace Windu diciéndole que ha ganado el premio Planeta, y que le pagan un finde en nosequé hotel, y allá que va el hombre, con toda su buena fe, y se encuentra con que le han cancelado la reserva y nosequé toa la pesca ésta que te encuentras cada vez que sales de vacaciones.
Total, que después de un par de situaciones tensas consigue que le den alojamiento, pero le avisan de que es una habitación demoníaca o algo así, que el Cusack se pasa esas mierdas por el forro y a las siete quiero tó el servicio de habitaciones sirviéndome la cena, cagüentó.
Que aquí hay que plantearse un par de cosas. Una, la habitación. Que yo entiendo que el papel estampado ése de flores que le han puesto, pues es para cabrearse, pero de ahí a liarse a palos con los inquilinos, pues qué quieres que te diga, yo no lo veo. Además, que yo qué sé, alguien la tuvo que construir y darle poderes o algo de eso, y qué decir, los obreros eran simples estibadores polacos, no guerreros umpa-lumpa venidos de fuera, y el rollo éste de que una habitación sea un ente demoníaco, pues eso le quita un poco de encanto a los demonios de los de siempre, con el rabo, los cuernos, las bolas de fuego y el cabreo monumental de saber que Dios siempre tuvo un experto en marketing e imagen mucho mejor que ellos.
Y dos, los tíos del hotel. Por partes. Que si no quieres que el tío vaya a visitar tu habitación, ¡¡¡coño!!! ¿Pa qué le llamas? Es que son ganas de joder. Vas, la lías, el tío viene desde nisesabe dónde, cojona, que son horas de avión, y tú vas y le dices que no, que la habitación no mola y que a lo mejor acaba sacándose los ojos con la cucharilla del café. Joder, y si no la quieres alquilar, pues tápiala, coño, yo qué sé, o haces lo que hace al final el pavo éste, la quemas y tan contentos. Pues no. El Mace Windu, que desde que hizo la peli de Shaft está muy subidito a la parra, va y le endosa la mierda de keli, que encima el aire acondicionado no funciona y con este calor nos vamos a asar y hora y media de película así.
Total, que la habitación será demoníaca, pero es una cachonda mental. Primero le hace pasar calor, luego pasa al frío, y de paso salta los aspersores porque chaval, te canta el alerón mazo, y si no te duchas te ducho yo, que tras cada asesinato esto se queda perdido de sangre y cosas por el estilo. Claro, el John Cusack no se ducha porque la hijaputa, cuando abres la fría, suelta vapor hirviendo y claro, no mola mucho escaldarse, imagínate quemarte la lengua con la sopa caliente, pero en el 89% de tu cuerpo. Que no te arreglas ni con el exfoliante éste de Lôreal (porque tú lo vales). Luego, las sábanas, de lefazos hasta arriba (y aún me dice el Mace Windu que la limpian regularmente... regularmente tirando a malamente, oiga). Además, el despertador está trucao y te salta la Kiss FM cada 10 minutos a tó trapo, que en una de ésas el pibe éste hace un amago de saltar por la ventana, y no me extraña. Luego tienes al enano antes mencionado que te aparece con una hacheta y te rebana el pescuezo a la mínima, que hasta llama el John Cusack al servicio de habitaciones que él quería cordero al vino, no un barbero asesino, y que ya bajará si eso luego a peluquería, que estas greñas no son normales y tal, pero a mí me van los setenta, qué pasa.
Bueno, y todos jijí jajá, como siempre, hasta que alguien se hace daño, y cuando el notas está a punto de ahogarse al romperse la general y empezar a salir agua por la pared, pues claro, empiezan los uyuyuy y los ayayay, y que yo quiero salir de aquí, la humedad ésta es mala para mi reúma, ya no me río, a que al final no me devuelven el depósito y vaya mierda de tuberías que gastan por aquí.
El caso es que en una de éstas, el tío aparece en la playa, se lo pasa pipa con una rubiaca tetáncana, estrujándole las peras cuando le apetece y haciendo surf ahí en Punta Cana como si ná, hasta que va a echar una carta a Correos y se encuentra con una panda de rumanos que destrozan la oficina de pé a pá y le vuelven a construir la habitación alrededor (¿?), que ya con la crisis no se puede ir buscando clientes para la casa, se la construyes con ellos dentro (y con la puerta cerrada por fuera, que se jodan) y a ver quién es el guapo que rechaza una habitación que da a la Quinta Avenida, el caso es que esta vez le han metido a la hija con él, en plan Gran Hermano, y cuando la niña está ya hasta los huevos, pues se muere sola y se convierte en cenizas, y allá que va el papi recogiendo los cachos por la habitación, se guarda algo en los bolsillos y el resto en el maletín, que esto con un Gelocatil se te quita, niña.
Y cuando ya la cosa se pone más tensa, y la habitación empieza a meterse en los chat porno del IRC con el portátil del Cusack, y queda con una putita para dentro de media hora ahí mismo (la habitación no iba a irse muy lejos, me lo estoy viendo), pues entonces el escritor se mosquea ya en serio ("Venga, va, ya no tiene gracia") y empieza a fumar y a beber en la cama, y mientras los del Ministerio de Sanidad le llaman a la puerta, pues se monta un cóctel molotov con coñac de a 600 euracos la botella, y la estrella contra la tele, si es que España en la Eurocopa pone de los nervios a cualquiera, y ahí que empieza a arder todo, y a tomar por culo la habitación, hasta los números de la puerta, que se funden así como en plan teatral y tal.
A partir de aquí, dos finales distintos (ambos disponibles en YouTube). El chorra, en el que arden los dos (la habitación y el drogata, se entiende), y en su entierro (en el del que no es habitación, se entiende...) va Mace Windu y le regala a la cachorra de la mujer la cinta del concierto de Camela en el Madison Square Garden; y el chorra y comercial, en el que sólo arde la habitación y el drogata escribe su nuevo libro ("El peligro del papel maché en las paredes de habitaciones sin planes contra incendio") mientras escucha el disco de Camela y le estruja las teticas a la cachorra de su mujer. En la peli no sale, pero en su ratos libres se dedica a volver a montar los cachos sueltos de la hija; lástima lo de saltarme las clases de Plástica y Pretecnología, piensa.
En definitiva, una preciosa manera de cabrear a Stephen King a la par que ganar treinta millones de dólares.
Primero 10000, luego la 1408. No sé por qué sigo viendo películas con títulos numéricos.
¡Vota Zurdo!
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