Problema de Sturm-Lioville

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-No estuvo mal la noche, para ser sábado, normalmente los sábados siempre me salen mal, pero este fue diferente, mas parecido a un jueves.

Fui al bar de siempre con S, a echar unas cervezas tranquílamente, pero el Natura ha cambiado mucho en los últimos tiempos. Cuando era un fumadero de opio del tres al cuarto se estaba mucho mejor; la gente de siempre, esa niebla cargada de nicotina, el susurrar de los parroquianos, aquella camarera tan guapa... todo se esfumó como se esfuma el humo entre los dientes. Ahora está lleno de extranjeros, de luz, de aire limpio y de tranquilidad. Así que todo ese ambiente nuevo me activó, la nostalgia me inundó de ganas de marcha, así que decidimos democráticamente entre S y yo que iríamos aquella noche al Standby, un garito guarro, guarro.


Se puede afirmar sin temor a error que la noche empezó sobre las dos y media de la madrugada. Cerveza y media mas la promesa de media sonrisa eran el combustible perfecto para aquella sala a la que me dirigía. Hicimos una parada para repostar justo antes de entrar y pagar sobre lo que tal vez nos esperara allí dentro.


Así que nos metimos allí dentro intuyendo lo que nos pasaría: Nada increíble, solo lo de siempre que vamos allí.


Allí dentro me encontré con P, que había ido a pasar el fin de semana con una chica que me llama potavestidos y que piensa que soy un capullo. Hablamos un ratillo antes de que S aturdiera a su presa con una retahíla de palabras desconcertántemente aduladoras a la vez que hacía otra marca en la pared. Y se fue con ella. A una sesión de metemanen en un portal.


Yo me anclé en la barra mientras ordenaba y mis pensamientos y mascaba una pajita de plástico, cuando apareció Bárbara, una chica bajita y de aspecto inquietante en el sentido mas negativo posible. Me dijo que era muy guapo y que besar a una chica para pasar el rato no es una mala idea, y me convenció para besar a una chica hasta que llegara S de sus fechorías. Fue como besar a un gato. La tal Bárbara esta tenía bigote y la lengua aspera. Una sensación desagradable. Cuando se fue a su casa tras unos tres cuartos de hora de borracho sentí alivio. No lo pasé mal, pero consiguió lijarme las papilas gustativas.


-Si cuando decimos de que te follarías a un mapache tenemos toda la razón.


-¿Prosigo? ¿Si? ¿Si? Vale. Con S otra vez dentro del radar marchó la noche tranquila y pertida, conversaciones con borrachos y canciones que animan. Luego terminé otra vez con P y la amiga de la amiga de P, una rubia mona que que no era canónicamente guapa, a la que no puedo piropear porque no encuentro ningún piropo que le encaje.


-¿Eso es un eufemismo de fea? ¿Dos feas en una noche? Te superas día a día, vaya si te superas.


-No, no, para nada, pero ya sabes V, es de esa clase de persona que te atraen de una forma artificial. Que no es nada sexual, no es como ver a una de esas chicas explosivas que hacen que se te vaya la sangre a la entrepierna. Te gusta su físico, si, pero eso da igual, aunque a la vez es genial... tu ya me entiendes.


-No, no te entiendo, pero sigue anda.


-Pues no mucho mas, estuve hablando con ella, diciéndole improperios hasta que P me dijo que si quería el móvil de ella. La cosa es que no se me había ocurrido la idea de tener que volver a verla, cosa que está genial, ya que es esa clase de chica de la que me engancho de esa forma tan nociva.


-¿Y conseguiste su número?


-Si, le mandé un mensaje la otra noche, pero no me ha respondido, creo que esto se termina aquí.


-Así que no follaste ni vas a follar.


-Exacto.


-Menuda mierda de historia, es peor que la historia de Javi y su amigo al que se le acavaron los condones.


-Buenas noches, me piro a dormir.

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